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Elizabeth Bowman: “Para mí es esencial que el lector sienta, ya sea rabia, odio o amor"


Portada del libro "Y Quererte Siempre"

Elizabeth Bowman no es inglesa ni norteamericana, es gallega y desde que es pequeña vive enamorada de la magia que esconden los paisajes de su tierra natal. Influenciada por grandes autores del siglo XIX como Austen, Bécquer o Poe, descubrió que su verdadera pasión era la literatura y por ello empezó a dar rienda suelta a su imaginación. Su primera novela fue Bésame a medianoche, un libro autopublicado y que supuso el inicio de un sueño en el que continúa viviendo hoy en día.


Escribe bajo seudónimo, vive en una zona rural de su Galicia natal y se define como una amante de la naturaleza, pues supone para ella su principal fuente de inspiración. Para Elizabeth no hay nada mejor que un día de lluvia, quizás precisamente por eso todo parece alinearse y mientras me adentro en la pequeña cafetería en la que me ha citado junto al mar, la lluvia se difumina con la niebla y la sal que acompaña al viento. Desde el momento en el que me recibe es amable y desprende una energía encantadora que facilita el arranque de una grata conversación sobre sueños, literatura e historias decimonónicas.


Me gustaría saber cómo es un día en la vida de Elizabeth Bowman.

Mi día a día es un poco complicado como supongo que ocurre en la mayoría de los casos de madres trabajadoras, siempre tengo algo en mente, no puedo permitirme estar sin escribir por lo que tengo que organizarme muy bien. Por las mañanas dedico unas horas a la escritura, aunque no siempre puedo, también saco ratitos por las tardes cuando llevo a mi hija a entrenar y en ocasiones se me ocurren ideas de madrugada… En definitiva, todo corriendo.


¿Recuerdas en qué momento decidiste que querías dedicarte a escribir y vivir de ello?

Desgraciadamente de las letras no se puede vivir, o puede vivir muy poquita gente. Pero yo siempre supe que quería compartir mis historias, llevo escribiendo desde siempre, cuando era pequeña tenía un diario que se parecía a una novela de ficción y en el colegio era la que participaba en certámenes literarios y en concursos.

Cuando empezó el boom de Internet empecé a escribir un blog novela, subía todas las semanas un capítulo y cuando vi que la gente me pedía más empecé a contactar con editoriales.


¿Con qué soñabas cuando eras pequeña? ¿Soñabas con lo que tienes ahora?

Sí, siempre quise ser escritora. Además, siendo pequeña, igual con diez u once años, leí Mujercitas y soñaba con ser Jo March.


Por qué te pusiste un seudónimo y por qué Elizabeth Bowman.

Mucha gente me lo pregunta y creo que viene de las fuentes de las que me he alimentado, ya que cuando empecé a leer romántica todas las autoras solían ser americanas o inglesas y tenían nombres que me encantaban como Kathleen Woodiwiss, Judith McNaught, Lisa Kleypas, etc. Asociaba la romántica con nombres anglosajones y se me ocurrió Elizabeth Bowman, Elizabeth por mi heroína literaria favorita (Elizabeth Bennet) y Bowman porque es el apellido de la protagonista de una saga de Lisa Kleypas que me encanta, concretamente de Daisy Bowman.


¿Te planteas dar el paso e intentar publicar sin seudónimo?

No, quiero que el romance histórico quede asociado a Elizabeth Bowman, si algún día se me ocurre cambiar de género, que no lo creo, pues igual sí.


¿Crees que el género romántico está denostado? Aunque me parece importante reseñar que es uno de los que más lectores recoge.

Sí, está claro y eso que hoy en día empieza a revalorizarse un poquito más. Tuvimos mucha ayuda, aunque suene mal decirlo, con el boom de Los Bridgerton, ya que mucha gente empezó a interesarse y a leer romántica. Me parece interesante porque actualmente hay bastantes escritoras de romántica en España que valen mucho la pena.


Si te dieran la oportunidad de adaptar uno de tus libros a la gran pantalla ¿cuál sería? ¿Te gustaría involucrarte en el casting?

Me haría mucha ilusión cualquiera de ellos, pero le tengo especial cariño a una serie que tengo con la editorial Selecta sobre varios hermanos y que me encantaría que viera la luz.

De hecho, es curioso, pero cuando escribo siempre tengo en mente el rostro de un actor o actriz para cada personaje. Soy una persona que me gusta mucho describir las expresiones faciales, el comportamiento, las actitudes, por lo que primero enfoco al personaje con el rostro de un actor y después estudio su forma de gesticular y las emociones que transmite.



Tu novela Adonde vuelan las golondrinas me impactó enormemente, ¿cómo nacieron en tu mente Rebecca y Daniel? Y, sobre todo, cómo se te ocurrió contar esta emotiva historia ambientada en la Guerra de Secesión americana.

Es la novela más dura que he escrito jamás, a día de doy no sé si me volvería a meter en un trabajo así. A través del personaje de Rebecca quise transmitir el desconocimiento que tenía y tiene la mayoría del mundo sobre todo lo que ocurrió en aquella época en Estados Unidos. Para documentarme me introduje en una hemeroteca americana, de hecho, hay fragmentos en la novela extraídos de diarios de oficiales, de soldados, de esclavos, fragmentos de periódicos y notas de prensa.




Me gustaría hablar del proceso de documentación, sobre todo porque tus novelas no se ambientan en la actualidad, por lo que intuyo que requiere aún más tiempo. ¿Cuánto tardas en documentarte, cómo es el proceso?

Me lleva más tiempo documentarme que escribir la novela en sí. Soy muy meticulosa con los detalles, me gusta mucho describir el mobiliario, el vestuario, las costumbres de la época, soy muy minuciosa por lo que es un proceso difícil porque tienes que averiguar incluso de qué material estaban hechas las faldas, los botones, qué peinados se hacían… Aunque es complicado yo le doy mucha importancia a este tipo de cosas porque me gusta que el lector se introduzca en la historia y en el ambiente de la época.


¿Te gusta más aprender y documentarte sobre lo que quieres escribir o el hecho de plasmarlo en el papel?

La documentación, porque aprendo muchísimas cosas incluso a veces pierdo el tiempo en minucias y curiosidades, pero es que me encanta.


Me llama la atención que todas tus novelas se ambientan en el siglo XIX, ¿qué te hace inclinarte por esa época concreta en cada una de tus historias? Aunque dentro de esta característica me gustaría destacar que unas se ambientan en EE. UU., otras en la campiña inglesa y otras en España, lo que enriquece de forma notable tu obra.

La mayoría del romance que he leído es decimonónico, por lo que dentro del siglo XIX estoy cómoda en cualquier época aunque la de Regencia es la que más me gusta, con sus normas de etiqueta, vestimenta, protocolo…


¿Cuáles creen que son los ingredientes perfectos para crear una buena novela romántica y sobre todo, una buena novela romántica histórica?

Está claro que la documentación es súper importante, si tú no tienes claro el contexto histórico-social de la época es probable que tengas gazapos en cuanto a vocabulario, etc. En mi caso yo no soy una escritora de acción sino de emoción, lo que quiero es transmitir sentimientos, emociones, para mí es esencial que el lector sienta, ya sea rabia, odio, amor, lo que quiera, pero que sienta.


¿Te planteas escribir novela contemporánea? ¿Crees que en la histórica has encontrado tu sitio y no sientes la necesidad de moverte de ahí?

Igual estoy metiendo la pata, pero tenemos entre manos un pequeño proyecto varias autoras… Va a ser un reto, creo que me va a costar mucho situar a los personajes en esta época y con nuestro vocabulario, porque, aunque parezca una contradicción a la hora de escribir me siento más cómoda ubicándome en el siglo XIX.


He visto que autopublicaste tu primer libro, cuéntame un poco sobre este proceso, ¿fue difícil? ¿Cómo decidiste dar ese paso?

Autopubliqué un pequeño relato que se llama Peligrosa obsesión y también mi primera novela Bésame a medianoche. Lo hice por probar, respeto enormemente a las autoras autopublicadas por el trabajo que requiere, pero yo soy nula para maquetar, diseñar las portadas, promocionar, por lo que me gusta más publicar con editorial, estoy muy cómoda ahora.


Aunque fue la editorial Vestales la que publicó tu siguiente novela, cómo te sentiste cuando te contactaron para darte esta noticia.

Sí, fue Vestales la que me dio la oportunidad cuando nadie me conocía, fue maravilloso. Cuando empecé a escribir de forma profesional en 2012 había muy pocas editoriales que apostaran por la romántica y menos aún por la romántica blanca porque todas me decían que echaban de menos escenas eróticas. Yo enviaba, me rechazaban y me desanimaba, por lo que el día que me contactó esta editorial argentina fue el inicio del sueño y todavía hoy sigo soñando.


Actualmente colaboras con más editoriales que Vestales, ni más ni menos que con Titania, Selecta y la famosa Harlequin. Supongo que es un orgullo, ¿no?

Sí, aunque no ha sido fácil porque al principio me cerraron muchas puertas. Nunca se me olvidará lo que me dijo una vez una editora: “escribes muy bien, pero los lectores a los que van dirigidos tus libros llevan muertos 200 años”. En ese momento decidí que no iba a cambiar mi estilo, si me querían publicar bien y si no querían hacerlo yo misma podía autopublicarme.


¿Y qué diferencias encuentras entre tu primera novela publicada Peligrosa obsesión y la última Y quererte siempre? ¿Crees que ha habido una evolución en tu estilo?

Las lectoras me dicen que sí que he evolucionado, yo lo que intento es hacer las novelas cada vez más dinámicas, ser menos descriptiva, no cansarlas y que sea todo más fluido.


Cuál es tu método de escritura, cómo fluyen las ideas y en qué te inspiras.

Si un día llueve tengo que estar delante de la ventana escribiendo, me encanta. Para mí la naturaleza es inspiración por lo que procuro reflejarlo todo, los colores que pintan el cielo, las pinceladas de rocío por la mañana, el canto de los pájaros… Además, soy una escritora de mapa, no de brújula como otras compañeras, antes de empezar se lo que va a pasar.



Una de las partes que más lágrimas y sonrisas provocan son los finales, a veces son una decepción y otras una alegría, por lo que es importante saber que nunca llueve a gusto de todos. ¿Hay algún final del que te arrepientas o que hoy en día lo hubieses escrito de otra forma?

Yo soy muy perfeccionista, soy la peor crítica que Elizabeth Bowman puede tener, no me gusta leer mis libros una vez que se publican porque cambiaría todo, no solo el final.


¿De qué autores o autoras has bebido? Porque entre tus páginas no puedo evitar acordarme de libros de autoras como Johanna Lindsey o Lisa Kleypas.

De hecho, son algunas de las autoras con las que empecé a leer romántica, Johanna Lindsey, Lisa Kleypas o Kathleen Woodiwiss son las grandes maestras de la romántica.




¿De todas tus novelas podrías quedarte solo con una?

Dulce amor me gusta mucho porque habla de segundas oportunidades, habla de abrir el corazón después de una gran perdida, de volver a sentir cuando creías que no podrías volver a hacerlo, es una novela a la que le tengo mucho cariño. Y El corazón de Somerton Abbey porque me divertí mucho escribiéndola.


¿Cuál es tu personaje masculino favorito de todos los que has escrito? ¿Cuál es tu particular Sr. Darcy?

Casi todos mis personajes masculinos siguen un patrón, son buenas personas y muy nobles, por lo que me quedo con todos.


Al escribir historias románticas supongo que como autora es una preocupación intentar no caer en una trama que se base en la típica concepción de amor romántico. ¿Intentas hacer didáctica en este sentido?

Resulta difícil salirse de los tópicos sobre todo cuando todo de lo que has bebido está plagado de ellos, pero no soy autora de acción sino de emoción como comentaba antes.


¿Qué tipo de relación tienes con tus lectores?

Soy una persona muy agradecida con ellos porque un autor sin lectores no es nada, son muy fieles y procuro cuidarlos, me gusta tener un trato cercano.


Como pregunta bonus, ¿tienes alguna manía como lectora?

No tengo muchas manías, pero detesto doblar las páginas. Además, desde que soy pequeña cuando tengo un libro en las manos por primera vez lo que hago es abrirlo y olerlo, me encanta el olor de los libros, cuanto más viejo sea, mejor.



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